El sobrepeso y la obesidad infantil fueron declarados “epidemia”: ¿cómo prevenir en casa?
Por M. de las Mercedes Dabat.
En tiempos no muy lejanos, se tenía el concepto errado de que un niño o bebé sano era aquel pequeño rollizo, rosado y con hermosas mejillas regordetas. A su vez, se tildaba a los más delgados de “mal cuidados” o “mal alimentados”. Esa situación, con el correr de los años, cambió. Los niños con sobrepeso comenzaron a padecer trastornos que, hasta ese momento, eran propios de los adultos: hipertensión, diabetes tipo 2 o colesterol elevado son algunos de ellos. Lo alarmante es que, recientemente, la Secretaría de Gobierno de Salud de la Nación declaró al sobrepeso y a la obesidad infantil una epidemia en nuestro país, ya que 4 de cada 10 niños se encuentran en esta situación.
¿Qué puede llevar a un chico a padecer sobrepeso u obesidad?
Se trata de un cuadro multifactorial. Es posible citar diversas variables, entre ellas:
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Ambiente familiar obesogénico -sus padres son obesos-.
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Alimentación familiar: ingesta frecuente de platos hipercalóricos, como comidas rápidas, alimentos ultraprocesados y golosinas. Utilización de los postres como “premios”.
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Abuso de bebidas edulcoradas y gasificadas.
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Haber iniciado suplementos de alimentación -como papillas u otras comidas- antes de los 6 meses de edad. Durante ese período, se aconseja la lactancia materna de manera exclusiva.
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Alimentación con leches industrializadas en los primeros 6 meses de vida.
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Sedentarismo: no realizar ningún tipo de actividad física. Estar más del 50% del tiempo libre frente a una pantalla.
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Estrés familiar, parental y personal: algunos chicos comen de más para afrontar problemas, canalizar sus emociones o combatir el aburrimiento.
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Factores genéticos.
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Percepción distorsionada de algunos padres sobre el peso de sus hijos, que consideran saludable que tenga “reservas energéticas”.
¿Por qué deberíamos alertarnos si tenemos un hijo con exceso de peso?
El 95 % de las enfermedades no transmisibles -que no se contagian- obedecen a diversas causas prevenibles, como el sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo. Por eso, se llegó a la conclusión de que el sobrepeso y la obesidad en la niñez deben ser consideradas condiciones patológicas en las que se presenta un exceso de masa grasa corporal con respecto a la magra.
Hoy sabemos que la principal causa de muerte a nivel mundial son las enfermedades cardiovasculares, que están muy relacionadas con el sobrepeso y la obesidad. Las consecuencias para un niño con exceso de peso pueden ser la presentación en forma temprana de:
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hipertensión arterial,
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infartos agudos de miocardio,
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trastornos lipídicos –como colesterol o triglicéridos altos-,
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dificultades en la movilidad corporal,
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artrosis precoz en caderas, rodillas y columna,
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alteraciones en los ciclos menstruales y en la fertilidad,
¿Cuán importante es la consulta anual con el pediatra para prevenir el sobrepeso y la obesidad?
Es imprescindible el monitoreo del crecimiento del niño a través de los controles pediátricos, para que los profesionales puedan concientizar a los progenitores sobre el estado de salud del pequeño. Por debajo de los 5 años, se los ubica dentro de los llamados percentiles o curvas de crecimiento, que nos permiten determinar si el desarrollo ponderal de la criatura es el adecuado o no. A partir de los 5 años, se pueden evaluar no solo con la valoración antropométrica -que incluye la toma de peso, altura y pliegues, entre otras variables-, sino también adicionar el Índice de Masa Corporal (IMC), que consiste en el cociente entre el peso sobre la altura al cuadrado.
Aquí, el peso normal o normopeso está entre 18 y 25 de IMC. Por debajo de esos valores, podremos hablar de bajo peso y desnutrición; por encima de ellos, de sobrepeso, obesidad u obesidad severa o mórbida.
¿Es posible modificar los malos hábitos? ¿Cómo?
Sí, para lograrlo, es preciso hacerlo a través de la educación, no solo del niño, sino también del entorno familiar y social. Además, la prevención bajo supervisión médica también es fundamental.
Algunos consejos para aplicar en el día a día
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Las diversas comidas deben ser un espacio agradable para compartir y disfrutar de la compañía de quienes nos rodean.
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Es recomendable servir platos pequeños, con buena presentación y agradables a la vista.
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Es importante no repetir porciones ni omitir ingestas.
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No someter a nuestros hijos a dietas drásticas, ya que toda restricción deviene en un descontrol alimentario.
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Educar con ejemplos.
Recordemos que…
La alimentación es un proceso modificable y educable. Pero las iniciativas individuales deben ser respaldadas por otro tipo de acciones como:
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limitar los hidratos de carbono en ciertas comidas,
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realizar actividad física, sumarle a la ya realizada en el colegio algún tipo de deporte, de ser posible grupal, para favorecer la integración social-,
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prestar atención en las etiquetas de composición de los productos que consumimos -evitar los que contienen cantidades elevadas de azúcares y de grasas-,
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saber que todos los alimentos se permiten; no así los excesos.