La juventud en pandemia: miedo, incertidumbre y ansiedad por lo que viene

El virus COVID-19 no solo causó daños físicos, económicos y sociales en todo el mundo, sino que afectó a los más chicos generando en ocasiones trastornos que condicionaron su forma de mirar hacia el futuro.

“Mi fórmula fue leer y escribir lo que me hacía sentir mal. En muchas ocasiones, llorar. Traté de distraerme dibujando o viendo series. El COVID-19 me cambió mucho, ni siquiera me reconozco a mí misma.”

La pandemia a esa edad es la representación de un escenario de angustia psicológica que se manifiesta en pesadillas, miedos nocturnos, temor a los exteriores, a la vuelta a la normalidad o a ataques de pánico, entre otros trastornos. Genera irritabilidad, sensibilidad emocional, apatía, dispersión crónica  e incluso retraso en el desarrollo cognitivo.

El virus todavía tuerce el destino de nuestro mundo como lo conocíamos y, si bien el aislamiento, la vacunación y la prevención demostraron ser armas eficaces para combatirlo, no pasó inadvertido: las huellas que dejó, y deja, son profundas, y afectan la dinámica económica, social, cultural y, por supuesto, la percepción que tienen los más vulnerables sobre su mirada hacia el futuro.

Trastornos-psicológicos-en-pandemia--nota4

COVID-19 y la adolescencia, en números

Un informe reciente realizado por UNICEF analizó el impacto que tuvo en la adolescencia la primera etapa de la pandemia. El sondeo se basó en el análisis de las opiniones de quienes superan los 13 años, que expresaron su sentir con la llegada del virus. Los escenarios abordados fueron diversos, y los resultados arrojaron en números la forma en que la enfermedad afectó su percepción, un golpe que todavía deja secuelas, pero que sobre todo demuestra haber afectado su visión sobre sus proyectos de vida:

  • El 27% declaró sentir ansiedad constante.
  • El 15%, depresión.
  • El 30% afirmó que la principal razón que influye en su incertidumbre es la situación económica.
  • El 46% siente menos motivación para realizar actividades que antes disfrutaba. 
  • El 36% no siente motivación para realizar actividades rutinarias.
  • Las mujeres más jóvenes fueron las más afectadas por los cambios que generó la pandemia, y el 43% de ellas siente pesimismo frente a su futuro. El 31% de los hombres también.
  • El 73% de los participantes sintió necesidad de pedir ayuda en relación con su bienestar integral.
  • El 40% necesitó pedir ayuda y contar con el apoyo de alguien, pero no lo hizo.

Trastornos-psicológicos-en-pandemia--portada-nueva

Ansiedad, depresión y un pedido de ayuda silencioso

“No tengo una fórmula exacta. Lo único que intentaba era no estresarme, evitar el pánico y seguir con la rutina. Al final siempre me dije que el estrés puede hacer más daño que el propio virus.” James, de 22 años, sintió en su cuerpo la violencia de la pandemia que cambió su rutina y su forma de evaluar sus proyectos: aun así, no pidió ayuda. Es uno de los casos que para lidiar con sus emociones pudo haber recurrido a un llamado asistencial a un centro de salud o una voz cercana, pero no lo hizo, y esa es la situación más peligrosa para una persona sin contención de tan corta edad.

Desde el momento en el que evaluamos el impacto del COVID-19 en la vida de las personas, el primer motivo que destacamos es el miedo y la imagen de la muerte cercana: una madre, un padre, un abuelo o cualquier afecto, sin destacar parentescos. Muchas familias, además, perdieron trabajos y su estabilidad financiera. A su vez, poblaciones dejaron de tener el apoyo vital de la escuela, servicios de atención médica y centros comunitarios.

En relación con la atención de la salud mental en centros especializados, el aumento se produjo, sobre todo, en pacientes de corta edad. Entre marzo y octubre de 2020, el porcentaje de visitas a centros de emergencias para la niñez se elevó en un 24% en el rango de 5 a 11 años y un 31% en el de 12 a 17. También se registró un incremento superior al 50% en las consultas por casos de posibles intentos de sucicidio entre niñas de 12 a 17 años a principios de 2021 en comparación con el mismo período en 2019.

El estrés postraumático de la pandemia, sobre todo de su etapa inicial, es una situación delicada que merece especial atención en personas jóvenes que aún no poseen las herramientas necesarias para poder superar momentos de incertidumbre y depresión. Es vital poner en práctica un diálogo fluido y hablar sobre sus sensaciones. Sentir desesperanza, depresión, ansiedad o enojo son reacciones normales ante el estrés, sin embargo, si sus sentimientos son constantes y continúan afectando su capacidad para retomar su rutina, como ir a la escuela, hacer sus trabajos o incluso divertirse, pueden ser signos de alerta que no deben pasarse por alto. 

Trastornos-psicológicos-en-pandemia--nota1

Reconocer las señales de una situación límite

Durante los primeros años de vida, la capacidad de expresar sentimientos aún está en desarrollo y hablar sobre ellos puede ser una barrera difícil de superar. En la adolescencia  y la juventud, en cambio, es común el intento de esconder sus problemas por vergüenza, sintiendo que son una carga para los demás. Reconocer las señales de su estrés no es una tarea sencilla, pero se puede lograr atendiendo determinadas actitudes:

En casos de hasta aproximadamente 3 años:

  • Pierden habilidades y capacidades adquiridas en su desarrollo. 
  • Son más irritables: lloran con más frecuencia y es difícil consolarlos.
  • No logran conciliar el sueño con facilidad.
  • Pueden experimentar náuseas, vómitos y estreñimiento.
  • No quieren socializar y sienten mucha necesidad de apego.
  • Golpean, muerden y se frustran con facilidad.
  • Mojan la cama aun sabiendo ir al baño.
  • Tienen un comportamiento generalizadamente agresivo.

En mayores y adolescentes, se materializa en angustia, expresada en señales como:

  • Fuertes cambios en el estado de ánimo, irritabilidad, desesperanza, furia, sobre todo en entornos familiares.
  • Ruptura en sus relaciones personales.
  • Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba, como música, deportes, arte, o cualquier hobby personal.
  • Desbalance en su descanso: duermen mucho, o no lo hacen.
  • Cambios repentinos de peso.
  • Problemas de memoria, razonamiento y concentración.
  • Bajo rendimiento académico.
  • Mala higiene personal.
  • Conductas autodestructivas: consumo elevado de alcohol, tabaco o drogas.
  • Pensamientos e ideas suicidas.

Trastornos-psicológicos-en-pandemia--nota2

Contención familiar, el primer paso para la recuperación

Es fundamental remarcar que los índices de suicidio aumentan en tiempos de elevado estrés y quienes lo evalúan como una salida final no siempre hablan al respecto. De todas formas, cualquier mención o señal relacionada con una situación límite como esa debe tomarse con absoluta seriedad y urgencia: no detenerse en la duda y atenderla con máxima prioridad, sobre todo en la niñez y la adolescencia.

Como medida fundamental, el acto de pedir ayuda con profesionales idóneos será determinante. El diálogo fluido, la paciencia y la empatía van a facilitar la posibilidad de que quien necesite expresar su angustia para poder liberar la presión de su estado anímico, finalmente lo pueda hacer. También lograr que el hogar sea un ambiente sano en el que se perciba la esperanza y los buenos pensamientos, sin poner el foco en un mal momento puntual: aceptar, dialogar, resaltar lo positivo y, entre todos, afirmarlo para poder encontrar una salida:

  • “Sí, vivimos momentos difíciles, pero entre todos lo podemos solucionar.”
  • “Ya sufrimos situaciones complejas, y esta también la vamos a superar.”
  • “Pongamos el eje en lo importante: estamos juntos, hoy, acá.”
  • “Tenemos todo por hacer. Con optimismo y trabajo lo vamos a lograr.”

Un entorno familiar con contención, paciencia, diálogo, escucha y amor será la base para poder evitar y detectar a tiempo esta situación, tan límite y compleja como ninguna otra, pero con una salida tomada a tiempo, como todas.

 

 

 

 

Referencias:

https://www.unicef.org

https://www.healthychildren.org

Contenido validado por el Equipo de Auditoría Médica de OSDE.