Qué sabemos de la pandemia y hacia dónde vamos
Todavía no estamos completamente seguros de lo que sabemos respecto a esta pandemia. Tanto los médicos y científicos como el resto de la comunidad nos encontramos bajo un aprendizaje constante en el que resulta muy importante transmitir y difundir en forma concreta datos verdaderos, y evitar comunicar información que nos lleve a la incertidumbre o a la duda. Es por eso que, de la mano del Dr. Héctor Pérez, te contamos lo que hasta hoy conocemos sobre la enfermedad por coronavirus, cómo y cuándo se espera que salgamos de esta situación y cuál es la solución hacia la que vamos.
Lo que sí sabemos de COVID-19:
¿Qué tan contagioso es el coronavirus?
El SARS-CoV-2 se transmite mucho más fácilmente que otros virus como el de la influenza. Tiene una capacidad de infección entre 2 y 3 -es el número de personas que puede contagiar alguien ya infectado- lo que no habla de una gran contagiosidad. El tema más importante es que somos muy susceptibles de poder infectarnos. Eso significa que gran parte de la población no ha estado en contacto con este nuevo virus. Un estudio publicado hace varias semanas en The Lancet, una revista muy prestigiosa de Inglaterra, reveló que en España solo el 6% tenía anticuerpos contra el virus, lo que implica que el 94% de las personas puede llegar a infectarse.
¿Por qué hay personas que tienen más riesgo que otras?
La gran mayoría de los que se infectan van a cursar la enfermedad de una manera leve o moderada, pero las personas que pertenecen a los grupos de riesgo pueden llegar a desarrollar un cuadro grave.
El corazón es una máquina perfecta que late entre 60 y 100 veces por minuto. Ahora, cuando tiene una resistencia aumentada contra la que bombear la sangre, trabaja de más y eso es lo que sucede cuando este virus ataca al aparato respiratorio. En el caso de las personas que tienen una patología cardiovascular, una patología pulmonar o son fumadoras, el corazón ya viene trabajando contra una resistencia aumentada y eso, sumado a la infección respiratoria, hace que no se oxigene bien la sangre y tenga que entrar en asistencia respiratoria mecánica. Por otro lado, a medida que las personas avanzan en edad, se duplica la probabilidad de mortalidad: si a los 50 años se muere el 2%, a los 60 se muere el 4%, a los 70 el 8% y después de los 80, el 16%.
Al principio, la mortalidad de aquellos que ingresaban a terapia intensiva era muy alta. En el último tiempo disminuyó entre un 30 y un 40% porque estamos aprendiendo de qué manera ventilar antes a los pacientes, de qué manera darles algún tipo de medicación que disminuya justamente esa resistencia, esa inflamación que hay dentro del pulmón. Lamentablemente, en Argentina la mortalidad está en aumento, sobretodo en las poblaciones cerradas como las instituciones geriátricas, donde viven personas que tienen multiplicidad de comorbilidades y sin aislamiento social. No es un dato para alarmarnos pero sí para responder a la pregunta de “¿por qué tanto tiempo de cuarentena?”.
La obesidad es un factor de riesgo
Quizás en algunos grupos sea el factor de riesgo más importante. La obesidad no es solamente la cantidad de adipocitos que tenemos en el cuerpo. Es una enfermedad en la que el corazón trabaja contra una resistencia aumentada, hay hipertensión, hay resistencia a la insulina y conviven distintas condiciones que conforman el síndrome metabólico.
¿Qué posibilidades tiene una mujer embarazada con COVID-19 de contagiar a su bebé?
Se han aislado partículas de coronavirus en la leche materna pero no tiene capacidad infectante y no se ha demostrado que al pasar por el canal de parto se produzca la infección.
¿Esta enfermedad puede dejar alguna secuela o enfermedad crónica?
Algunas personas no recuperan su capacidad física en el mismo tiempo que lo hubieran hecho de un cuadro gripal. Tienen decaimiento, falta de fuerzas, tos persistente, sensación de falta de aire, pérdida del gusto o el olfato entre 2 y 3 meses, y algunas no recuperan por completo su función miocárdica. Pareciera que queda una serie de secuelas posteriores a la patología COVID-19.
El distanciamiento social y el tapabocas parecen ser la clave para no contagiarnos
El aislamiento social es lo fundamental y habla de una cuestión elemental que tiene que ver con el compromiso. No se puede hablar de frenar la epidemia si no hay una consciencia de responsabilidad pública.
El SARS-CoV-2 no es estacional y tiene determinadas características de contagiosidad que nos va a obligar a cambiar muchas actitudes porque cuando pase el invierno, el virus va a seguir estando, que es lo que se está viendo en países como Estados Unidos. Esto habla de que tenemos que entender que, para combatir esta epidemia, la educación va a ser fundamental. El aislamiento social y preventivo es una condición: por un tiempo no podremos estar en lugares cerrados.
Camino hacia la apertura: cómo seguimos y cómo salimos de esta situación
Hay que tener mucho cuidado con eso. En algunos lugares de nuestro país no había transmisión del virus y empezaron a aparecer los casos porque la gente viajaba de una provincia a otra por motivos laborales. Hemos tenido que abrir y cerrar, ir hacia adelante y volver hacia atrás. Tenemos que hacernos la idea de que, mientras el virus persista, vamos a trabajar separados, no vamos a compartir cosas, no nos vamos a saludar como lo hacíamos antes.
La apertura va a tener que ser estructurada, con una higiene de manos constante. Si bien la transmisión en lugares extrahospitalarios por contacto con objetos contaminados es muy baja, en el transporte hay que tener un cuidado especial: no hay distanciamiento de 2 metros entre los asientos, no hay recambio del aire y no todos usan tapabocas. La apertura de las escuelas va a ser un tema: los chicos no tienen la misma capacidad de infectarse que los adultos pero el problema está en las personas que los transportan y los maestros, que pertenecen a los grupos de riesgo. Otro tema no menor es la industria del turismo que involucra a restaurantes, hoteles y líneas aéreas, en especial estas últimas, ya que lo que se respira en un avión es aire que recircula. En Europa se está viendo que la mayoría está programando sus vacaciones dentro de su país. Tenemos que ser realistas y pensar que el futuro va a ser distinto y vamos a tener que planificarlo con responsabilidad entre todos.
Para que todo vuelva a ser como antes, ¿la solución es una vacuna?
Se dice que entre septiembre y octubre de este año vamos a tener pruebas de eficiencia de una vacuna, lo cual no implica que vayamos a tener pruebas de producción. Si en España el 94% es susceptible de infectarse, eso mismo le sucede al mundo y quiere decir que se necesitarían entre 4 mil y 5 mil millones de unidades para que todos podamos vacunarnos. No sabemos qué capacidad va a tener esa vacuna en generar anticuerpos y cuánto tiempo van a durar, como tampoco hay certezas respecto a la enfermedad. Un estudio reveló que solo entre el 10 y el 20% de los infectados generó defensas adecuadas. Otro tema no menor, aparte de su eficiencia, será su costo.
¿Cuáles son las etapas de prueba de una vacuna?
La primera etapa es buscar que no sea tóxica. El segundo tema es que además tenga la capacidad de generar anticuerpos y que esos anticuerpos puedan ser reproducibles en otras personas. Siempre que se hace un protocolo de investigación se busca determinado tipo de población para lograrlo. La vacuna que se presentó en Estados Unidos generó anticuerpos y hay que comprobar si se dan los mismos resultados en la población general.
¿Puede haber algún medicamento que funcione?
Por ahora, existe un único antiviral aprobado por la FDA (Food and Drug Administration): una droga que se había hecho para el virus del ébola y que demostró disminuir la cantidad de días de internación. Hay otro tipo de drogas para la alteración del sistema inmunitario respiratorio, lo que se llama la tormenta inmunológica, pero se encuentran en discusión y bajo protocolos de investigación.
Tratamiento con plasma de convalecientes: qué sabemos al respecto
Sin antivirales y sin vacunas, la Mayo Clinic Proceedings, una clínica en Minnesota, analizó los datos de un estudio en Estados Unidos realizado en más de 25 mil personas que utilizaron plasma de convalecientes y se demostró que no produce alteraciones cardíacas, injuria pulmonar ni reacciones alérgicas. También se demostró que su administración en forma precoz disminuye las probabilidades de derivar en un cuadro con asistencia respiratoria mecánica.
Se necesita que un gran número de personas done su plasma y dé cierto tiempo para probar la eficacia de este tratamiento. No todas las personas que tuvieron COVID-19 tienen anticuerpos neutralizantes (defensas que frenan el crecimiento del virus).
Al donar plasma, ¿nos quedamos sin anticuerpos para una nueva infección?
Hasta hoy, no se conocen casos de reinfección. Luego de tener contacto con un agente causal de una enfermedad nos queda memoria inmunológica y, por lo que sabemos, si donamos plasma, no tenemos el riesgo de volver a tener COVID-19. Esa memoria inmunológica es la que le permite a nuestro cuerpo dar una respuesta para que no volvamos a enfermarnos al exponernos a un virus.
CONOCÉ MÁS SOBRE LA DONACIÓN DE PLASMA
¿Será posible que respetemos estas nuevas reglas a las que cuesta acostumbrarse?
Si el paso hacia donde tenemos que ir no tiene como sustento la conciencia social, se va a lograr muy poco. Podremos tener medicamentos antivirales, la mejor vacuna o la administración del plasma más adecuado, pero no vamos a dar abasto. En este momento en Argentina, los hospitales públicos están colmados de personas con COVID-19. El contagio se da entre los convivientes ya que, al momento de recibir el resultado, esas personas ya mantuvieron contacto por 48 horas con sus familiares. Hay que entender e incorporar el aislamiento y las medidas complementarias como lavarnos las manos, toser con el codo y utilizar correctamente el tapabocas. Si no lo hacemos, estamos en serios problemas porque, como dije anteriormente, este no es un virus estacional. Por suerte, el SARS-CoV-2 desplazó a todos los virus respiratorios. Hoy no hay virus sincicial en los chicos, no se ve influenza, todo es COVID-19. ¿Vamos a seguir teniendo casos? Sí, en tanto y en cuanto no tengamos una real conducta y conciencia social de cómo tenemos que cuidarnos entre todos.
Esto lo vamos a vencer. En la historia de la humanidad, se superaron muchas situaciones como esta sin los conocimientos ni los recursos con los que contamos hoy.
Bío profesional del Dr. Héctor Pérez
- Jefe de la división de enfermedades infecciosas del departamento de medicina interna del Hospital Fernández (2015-2019) y jefe de la unidad hospital de día (2013-2015).
- Gerente de promoción de la salud y la cultura de OSDE y Presidente en Fundación OSDE.