Manejo defensivo: ¿qué es y cómo aplicarlo?
Por María de las Mercedes Dabat.
“Tendría que haber descansado mejor anoche”. “¿Por qué no salí 10 minutos antes para evitar el tráfico?”. “¿ Y si bajo un poco la velocidad?”. Cuando asumimos la responsabilidad de conducir un vehículo, muchas veces lo hacemos en forma tan automática que no nos percatamos de que, para arribar a destino a tiempo y sanos, hay determinadas circunstancias que influyen en nuestro viaje y que no siempre tenemos en cuenta: propias (físicas y psicológicas) y del entorno (otros conductores, las condiciones climáticas y el estado de la ruta).
Si nos trasladamos en auto, sobre todo, es necesario considerar ciertas pautas para evitar incidentes. En esta nota, te contamos en qué consiste el manejo defensivo y qué factores tenés que tener presentes para tu próximo viaje.
Algunos datos
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El alcohol está presente en una de cada dos muertes en accidentes de tránsito en el mundo.
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Un estudio norteamericano demuestra que los accidentes automovilísticos son mayores en conductores de menos de cuatro años de experiencia.
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Los accidentes de tránsito conforman la primera causa de muerte en la adolescencia y hasta los 35 años de edad.
El manejo defensivo es la conducción orientada a evitar accidentes a pesar de las acciones incorrectas de los demás y de las características desfavorables de lo que nos rodea. Para ello, es necesario:
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conocer las normas de tránsito,
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estar alerta y ser previsor,
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saber controlar un vehículo,
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ejecutar las maniobras básicas de conducción (estacionamiento, giros, sobrepaso y cambios de velocidad) y los códigos de luces.
El simple hecho de saber manejar no nos convierte en conductores seguros. No solo debemos contar con experiencia, sino también cumplir con una serie de pautas que aseguren la prevención de nuestra salud y la de los demás, y eviten accidentes.
¿Qué tenemos que tener en cuenta?
Verificar que nuestro vehículo se encuentre en buenas condiciones técnicas para circular en forma segura.
Tomar los recaudos necesarios ante condiciones climáticas adversas: niebla, calzada resbaladiza, lluvia o nieve.
Realizar chequeos médicos periódicos para conocer nuestro estado de salud: enfermedades cardíacas, hipertensión, diabetes o epilepsia, entre otras, pueden afectar la manera de conducir. También las condiciones emocionales y psicológicas, el carácter, la personalidad y la actitud frente a los riesgos.
Descansar bien las horas previas para estar mantener la atención durante todo el viaje.
Tener una adecuada visión. Si es necesario, utilizar lentes ópticos o de sol (es aconsejable utilizar una lente de color gris) para poder ver en forma adecuada el entorno y, así, reconocer problemas y actuar ante diferentes situaciones.
Respetar las señales de tránsito y los límites de velocidad, tanto máximos como mínimos.
Utilizar siempre el cinturón de seguridad en asientos delanteros y traseros. En caso de transportar mascotas, sujetarlas para que no se muevan en forma libre por el auto.
¿Qué debemos evitar?
El uso de medicamentos si provocan adormecimiento o movimientos involuntarios.
La ingesta de alcohol y de drogas. Aunque solo sea un vaso, las bebidas etílicas generan una falsa sensación de seguridad y alteran los sentidos, la percepción y la capacidad de reacción. Además, se perciben con dificultad los tonos rojos, presentes en los semáforos, las luces de posición y las de freno.
Nivel de alcohol en sangre permitido para circular
Automovilistas: 0,5 g/litro.
Motociclistas: 0,2 g/litro.
Conductores profesionales: 0 g/litro.
Ni el café, ni otros estimulantes, anulan tales efectos nocivos.
No utilizar el celular, aunque cuente con la función manos libres.
No confiar en la experiencia. La atención no debe girar solo sobre uno mismo, sino también debe enfocarse en lo que nos rodea (vehículos, peatones y factores climáticos) para anticipar sus posibles acciones y evitar complicaciones. Siempre puede fallar algo.