Dos historias que te motivarán a aprender RCP en OSDE
El paro cardiorrespiratorio es la urgencia médica más extrema, ya que su consecuencia es la muerte a menos que se realice inmediatamente la reanimación cardiopulmonar (RCP). Lo preocupante es que solo una ínfima porción de la población sabría cómo ayudar a una persona que esté sufriendo uno.
Con esta problemática en mente, en 2011, OSDE obtuvo la certificación como Centro de Entrenamiento de RCP de la American Heart Association -una de las entidades más prestigiosas del mundo en la atención cardiovascular de emergencia- y, desde ese momento, comenzó a brindar el curso a todo su personal.
Hoy, más del 70% de nuestros 7 mil colaboradores ya están capacitados y todos los Centros de Atención Personalizada de OSDE del área Metropolitana son cardioprotegidos -cuentan con un desfibrilador externo automático (DEA) a disposición de cualquier persona que lo necesite-. En total, contamos con 127 DEA distribuidos en distintas sucursales de todo el país.
Un espacio es cardioprotegido cuando cuenta con un DEA ubicado estratégicamente a menos de tres minutos de acceso desde cualquier punto del edificio y con el personal entrenado para realizar las maniobras de RCP.
Ellos hicieron el curso de RCP en OSDE y salvaron vidas
Marcelo Forchieri: "pude haber sido la diferencia entre la vida y la muerte de esa persona"
El viernes 18 de marzo Avelino Fernández y su familia (españoles de visita por Buenos Aires) caminaban por Recoleta cuando Concepción, su hija, se desplomó en la calle. En medio de la desesperación, apareció Marcelo Forchieri, un analista funcional de OSDE que había tomado el curso de RCP-. Él le indicó al encargado del edificio vecino que llamara al 107 y, de inmediato, comenzó con las maniobras de reanimación cardiopulmonar.
Mientras Marcelo intentaba ayudar a Concepción, Amparo -su hija, la nieta de Avelino- comenzó a gritar y a golpearlo, pero él no se detuvo y continuó con las maniobras mientras cantaba muy bajito. Era “Stayin’ Alive”, la canción de los Bee Gees, que, según la AHA, sirve como referencia para realizar la RCP para sostener el ritmo correcto en las compresiones. Así continuó hasta que llegó la ambulancia.
Una vez relevado de su tarea, Marcelo recibió la mayor recompensa que alguien que salva una vida puede recibir: el agradecimiento de la familia y la sonrisa de Amparo, quien lo tomó de la mano, lo acarició y le prestó su muñeco. “Es la primera vez en mucho tiempo que Amparito comparte con alguien extraño su muñeco y le hace aparecer una sonrisa”, dice la carta enviada a OSDE, y que finaliza “no podemos dejar de agradecer a vosotros por contar en vuestra nómina con chavales de esta valía, y a ese joven por su hombría de bien. Os ruego sigáis formando esta clase de personas”.
Por su parte, Forchieri siempre recordará este episodio con mucho orgullo y alegría: “Sentí que estaba ayudando a alguien, que era lo que tenía que hacer. Caí en la cuenta de que, gracias a Dios –como nos decían en el curso- pude haber sido la diferencia entre la vida y la muerte de esa persona”.
46 Centros de Atención Personalizada cuentan con un desfibrilador externo automático (DEA) y personal capacitado en RCP.
Melisa Lema: "lo único que quería era que el señor viviera"
Melisa Lema, recepcionista del Centro de Atención Personalizada (CAP) de Villa Urquiza, hizo el curso de RCP en OSDE el 11 de febrero de 2014. Dos años después, un hombre se desmayó en la calle, a metros de su puesto de trabajo, y ella no lo dudó dos veces: se dirigió en su ayuda.
“Se empezó a amontonar la gente. Yo vi al señor en el piso y que el policía lo ventilaba con una hojita. Para mí no respiraba porque no se movía. Le pregunté a mi encargada si podía salir, me dejó y fui”, relata Melisa. Al instante, se tiró al piso para empezar con las compresiones, después de comprobar que el corazón no le latía.
Mientras tanto, la encargada del CAP, Laura Gonzalo, fue a buscar el desfibrilador y se lo acercó. Al ver que la ambulancia tardaba mucho en llegar, llamó a Emergencias de OSDE y ellos le hicieron las preguntas adecuadas mientras enviaban un móvil. Cuando hablaba con ellos, justo llegó el servicio de asistencia médica de emergencias.
“Lo único que quería era que el señor viviera”, asegura Lema. Cuando se llevaron al hombre al hospital, ella se largó a llorar porque pensó que sus esfuerzos habían sido en vano. Un oficial la vio y le dijo que se quedara tranquila, que él se había ido con vida en la ambulancia.
Pero ella no estaba tranquila: “Como me había quedado mal, fuimos al hospital con Laura. Y justo, cuando preguntábamos por él, pasó atrás nuestro, en una camilla. Venían de hacerle una tomografía. Lo vi, estaba vivo”. Automáticamente le cambió la cara: ya podía estar en paz, lo había salvado.
46 Centros de Atención Personalizada cuentan con un desfibrilador externo automático (DEA) y personal capacitado en RCP.