Vínculos tóxicos: cómo identificarlos y qué acciones llevar a cabo para recuperar el bienestar
¿Alguna vez tuviste la sensación de que en una relación de pareja o de amistad no pudiste decir lo que pensás para evitar desacuerdos con la otra persona? ¿Sentiste que te evaluaban o sometían a prueba ante cada respuesta? ¿O acaso te reprochaban, te celaban o te hacían sentir miedo por actuar con libertad?
Las relaciones humanas conllevan cierta complejidad en lo que respecta a lo vincular: pueden ser armoniosas y amorosas, así como desgastantes y nocivas para nuestra integridad física y emocional. Si la respuesta a una de esas preguntas es afirmativa, entonces es posible que estés ante un vínculo tóxico.
En una entrevista con la Lic. Gabriela Rougier, respondemos interrogantes para conocer qué son este tipo de relaciones problemáticas, cómo se manifiestan, de qué forma se desarrollan y qué hacer para evitar caer o retirarnos de ellas.
¿Qué son los vínculos tóxicos?
Se trata de una relación con una persona significativa en la que no obtenemos la satisfacción, la felicidad, la seguridad que deberíamos. Por estar inmersos en ese vínculo no podemos avanzar en la vida, en nuestro desarrollo personal, sin que eso implique “dañar la relación” o tener un problema con la otra persona.
Suelen predominar los sentimientos y pensamientos negativos: celos, reclamos, rencores y demandas excesivas que pueden generar la sensación de que “nunca estaremos a la altura de esa persona” debido a esa demanda desproporcionada.
En este tipo de relaciones, existe un ida y vuelta: para que haya una víctima (que deja de hacer cosas, da explicaciones y cede), debe haber un victimario (que reclama excesivamente, controla y toma las decisiones), y viceversa. Son vínculos en los que se suele quedar atrapado.
¿Cómo darnos cuenta de que estamos dentro de un vínculo tóxico?
Esta clase de relaciones puede darse en cualquier ámbito en el que se produzcan situaciones que afecten el bienestar, dañen la autoestima y debiliten el poder personal: en el trabajo, en una relación amorosa o sexoafectiva, en una amistad o, incluso, en el ámbito familiar. Pero ¿cómo identificarlas? Es importante prestar atención a las siguientes sensaciones:
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Agotamiento físico y emocional permanente.
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Desgaste continuo: hasta el punto de dejar de hacer cosas para evitar conflictos.
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Inferioridad e inseguridad o daño y debilitamiento de la autoestima.
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Estado de alerta sin encontrar momentos de relajación.
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Malestares y tensiones persistentes.
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No poder ser nosotros mismos.
Es interesante resaltar que cuando estamos en un vínculo saludable en cualquier ámbito, la sensación es de fluidez, de relajación y de disfrute del encuentro, sostiene Gabriela.
¿Qué podemos hacer para comenzar a trascender la situación y alejarnos?
Hay relaciones en las que se puede terminar tomando una decisión inmediata al cortar de raíz a la primera señal de toxicidad. En cambio, hay otros vínculos, por ejemplo, con los padres, hermanos o pareja, en los que puede ser más difícil la ruptura.
Una de las primeras acciones importantes es preguntarnos cómo nos sentimos y estar alerta ante malestares continuos y sensaciones de angustia frente al encuentro con esa persona.
Es clave que luego de la aceptación interna empiece un movimiento hacia afuera: contarle la situación a una persona de confianza.
¿Y si no podemos salir del vínculo en el corto plazo?
En esos casos, la especialista recomienda trabajar en forma interna: fortalecer áreas de la personalidad para canalizar la energía y reconectar con aquello que sí nos hace bien. Por ejemplo, volver a juntarnos con personas que nos hacen sentir paz, realizar actividades que nos mantienen motivados, entre otras cosas.
Con el tiempo, ese accionar en uno mismo genera fortaleza, aumenta la autoestima y brinda la capacidad de tomar la distancia necesaria y poner el foco en otro lado.
Conozco a una persona que está en una relación tóxica: ¿cómo puedo ayudarla?
Si sabemos que está en peligro debido a situaciones de violencia de género, hay que escuchar sin juzgar, acompañar, orientar y brindar apoyo. Estas son las claves fundamentales en estas circunstancias. Hacer preguntas que inviten a la reflexión: ¿qué te está pasando?, ¿cómo te sentís?, ¿por qué creés que seguís en la relación?, ¿qué pensás que pasaría si la terminás?. Esto puede permitir que la persona involucrada comience a expresarse sin sentirse presionada y a tener seguridad, paz y comodidad para el acompañamiento.
En cambio, aconsejar lo que “tiene que hacer” con afirmaciones y juicios respecto a la persona tóxica puede generar un sentimiento de incomprensión por parte de la víctima.
También es importante apoyarse en las instituciones especializadas en violencia de género o familiar para recibir la información adecuada y comenzar con el acompañamiento integral que permita salir a la víctima en cuanto antes de esa relación.
Línea 144
Atención para mujeres en situación de violencia, las 24 horas, los 365 días del año.
Línea 137
Atención a víctimas de violencia familiar, las 24 horas, los 365 días del año.
Lo vincular trae siempre un gran aprendizaje: nos ayuda a conocernos a nosotros mismos y nos invita a poner límites saludables. Si bien pueden existir puntos que son negociables, hay otros que no. Si sentís que no podés ser vos al estar con la otra persona, es una clara señal de que el vínculo es tóxico.
Fuente:
Lic. Gabriela Rougier.