Cómo abordar el tema del coronavirus con los más pequeños
Por Lidia Susana Maquieira
Los más pequeños se impregnan del clima que los rodea: viven las situaciones como preocupantes o peligrosas según la dimensión emocional que le dé la familia. En la primera infancia, suelen guiarse más por la cara de su mamá que por lo que dicen sus compañeros, la televisión o los abuelos. Si ella dice “no pasa nada” pero se muestra asustada y todo el tiempo desvía la mirada en forma tensa hacia la información de la tele, lo que el pequeño pensará es que hay una escenario de riesgo en puerta y, por más que no entienda la situación real, activará sus alertas poniéndose inquieto, durmiendo mal, o queriendo estar más cerca de sus figuras de referencia para sentirse protegido. Este comportamiento es una respuesta automática del cuerpo frente al estrés, el cual necesita descargarse. En el caso de los chicos que ya dominan el lenguaje, esta descarga se manifiesta preguntando.
Cuando ven imágenes fuertes en los medios, suelen hacer preguntas muy simples y directas como “¿Dónde está la mamá de ese señor?” o “Si se lastima, ¿lo van a llevar al doctor para curarlo?”. Si el paradigma de los adultos es el de una educrianza respetuosa, les contestarán lo que preguntan, por más que la respuesta sea una hipótesis como “Creo que la mamá está por ahí cerca y va a llevarlo al doctor si es necesario”. Garantizarles que los adultos están para cuidarlos los tranquiliza y les ayuda a disminuir el cortisol, hormona del estrés que se eleva en estas situaciones impactantes. Por el contrario, la frase “todo va a estar bien o no pasa nada” es una forma de salir airosos de nuestro propio estado de inquietud, pero resulta un engaño para el niño ya que, como dijimos anteriormente, si comienza a preguntar, es porque el clima emocional se enrareció.
Algunos consejos clave para padres y profesionales de la educación en tiempos de coronavirus
Evitar eludir respuestas
No desviar la conversación ni apagar el televisor y mandarlos a jugar. Si no se sabe qué responder, lo ideal es decirles “dejame que piense un ratito y te contesto” o “yo creo que tendríamos que preguntarle a tu pediatra”. Hay que buscar en quien apoyarse sin quitarle el cuerpo a la duda del niño.
El lavado de manos siempre es necesario pero no le damos importancia hasta que se hace imprescindible. Estornudar es un acto fisiológico que no puede frenarse. Mostrarle a los niños la mejor forma de hacerlo (flexionando el brazo y girando hacia allí la cabeza) pertenece a los hábitos de higiene que deben enseñarse en una etapa temprana y que se aprenden por repetición del modelo.
Escucharlos con atención plena para contestar lo que preguntan
Ofrecer respuestas breves y directas para dar lugar a la repregunta si no nos han entendido. Si luego de contestarles se van, es porque están satisfechos por el momento, ya que la curiosidad es una característica propia de estas edades.
Fuente:
Lic. Susana Maquieira, psicóloga especialista en primera infancia y CACET, Centro de apoyo a la crianza y la educación temprana.
Instagram: @educrianza.respetuosa.
Mail: susimaquieira@gmail.com