Cigarrillo electrónico: ¿sirve para dejar de fumar o es un hábito riesgoso?

Según recientes estudios, su empleo no contribuye con la cesación tabáquica. Lo alarmante es que el 7,1% de los estudiantes secundarios argentinos de entre 13 y 15 años lo consumen y ya hubo casos fatales asociados a su uso en otros países.

Banana, frutilla, durazno, miel, mentolado… No se trata de sabores de caramelos: hoy se comercializan esencias de todos los sabores imaginables para  “vapear”, término con el que se popularizó en los últimos años la acción de fumar cigarrillo electrónico o E-cigarette.

Aquella herramienta que en 2003 surgió en China con el objetivo de ayudar a las personas a dejar el cigarrillo, hoy está bajo la lupa: no solo se concluyó que  su empleo no influye en el cese del consumo de tabaco, sino que hubo fallecimientos en Estados Unidos y en el Reino Unido a raíz de su uso.
 

 

¿Qué es el cigarrillo electrónico?

 

Se trata de una carcasa que contiene una batería y una resistencia que elevan la temperatura de un líquido a base de propilenglicol y formaldehído, que se acompaña de nicotina en distintas dosis y saborizantes que lo tornan más atractivo. Al calentarse, produce vapor -de ahí proviene el término “vapear”-.

Algo importante a tener en cuenta: no solo es posible emplear líquidos con nicotina, sino que también se les puede adicionar la famosa droga K2 o marihuana sintética, la cual produce una rápida adicción, sobredosis e intoxicaciones severas.

 
 
 
 

E-cigarette: no ayudaría a dejar de fumar y puede ser mortal

 

En los últimos años se han efectuado numerosos estudios sobre la utilidad del cigarrillo electrónico y se llegó a una conclusión: su empleo no influye en el cese del consumo de tabaco o derivados.

Por este motivo, desde 2011 la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) prohibió su importación, distribución, comercialización y la publicidad o cualquier modalidad de promoción en todo el territorio nacional. Y, a su vez, la Ley Nacional de Control de Tabaco prohíbe su consumo en lugares cerrados para garantizar ambientes 100% libres de humo.

Contrariamente a contribuir con la cesación tabáquica, el cigarrillo electrónico puede ser mortal: este año, en Estados Unidos, hubo casi 500 casos de enfermedad pulmonar grave asociada al uso de esos aparatos, 19 de los cuales terminaron en fallecimientos – se considera que hay casos que nunca llegan a diagnosticarse y que, por lo tanto, esos números podrían ser más elevados-. Además, recientemente se reportó la primera muerte en el Reino Unido.


Ante la imposibilidad de identificar una causa específica -probablemente, cambios lipoideos pulmonares-, el Centro de Control de Enfermedades (CDC) y la Administración de Alimentos y Drogas (FDA) desaconsejaron el uso del E-cigarette.

 
 

Estudios sobre el “vaporizador” y los jóvenes

 

En septiembre de 2019 se presentó la 5° Encuesta Mundial de Tabaquismo en Jóvenes, que incluyó por primera vez la evaluación del consumo de cigarrillo electrónico.

Estos fueron los datos que arrojó sobre estudiantes secundarios de nuestro país:
 

Lamentablemente, el consumo de cigarrillo entre los adolescentes -e incluso en los niños- creció en forma sostenida en los últimos años. Este fenómeno se relaciona con el deseo de “pertenecer” y con el hecho de que los chicos pueden ser víctimas de bullying o maltrato si no incursionan en el hábito. Lo alarmante es que, pese a la prohibición de venta, todavía pueden conseguirse fácilmente.

 

Entonces, ¿qué podemos hacer en casa para prevenir?


Se encuentra en nuestras manos:

  • informar y educar a nuestros hijos y a quienes nos rodean en los perjuicios del cigarrillo tradicional y electrónico,

  • apoyarlos y reforzar conductas que los lleven a elegir no consumirlo.

 

 

Fuente: Dra. María de las Mercedes Dabat, médica internista.